Los “ultracorredores” son realmente diferentes al resto de deportistas. Ellos corren más kilómetros.
Un nuevo estudio referido a este tipo de corredores, que recorren distancias superiores a los 42,195 km de una maratón, se une al más reciente conocimiento científico sobre este tema, y si bien se confirma su edad más avanzada (42,3 años de media) y, como cabría esperar, la existencia de algunos problemas de salud relacionados, viene a desvelarnos cómo ciertas creencias sobre la cantidad de ejercicio físico que se considera que nuestro organismo es capaz de soportar, especialmente conforme nos vamos haciendo más mayores, pueden estar muy alejadas de la realidad.
En los últimos años, los efectos positivos relacionados con el incremento de nuestros niveles de actividad física han recibido toda la atención por parte de la comunidad científica y medios de comunicación. Pero los posibles efectos sobre la salud de niveles realmente extremos de actividad física no ha despertado tanta curiosidad, y la mayoría de los esfuerzos científicos se han centrado en descubrir aquellos posibles riesgos que el “sobreejercicio” tiene en nuestro corazón. Muy pocos estudios han analizado sus implicaciones sobre la salud de una manera más global, incluyendo tanto los beneficios como los riesgos de entrenar y correr muchos más kilómetros en un día que muchos de nosotros completaríamos en un mes.
En la búsqueda de un mayor entendimiento sobre qué es lo que le sucede al organismo de un corredor de ultrarresistencia, un grupo de investigadores de las universidades de Stanford y California, encabezados por los doctores Martin D. Hoffman y Eswar Krishnan, contactaron con más de 1200 corredores experimentados en ultralarga distancia, y les pasaron un test muy exhaustivo donde aparecían cuestiones referidas sobre el estado actual y pasado de sus huesos, corazones, presión arterial, próstata, corazón, piel, pulmones, estado de ánimo, aparato digestivo, ojos, hígado y muchas otras partes y sistemas de su cuerpo. Los deportistas además fueron preguntados sobre sus carreras, marcas, regímenes de entrenamiento y lesiones sufridas.
A partir de ahí compararon todos los resultados de sus respuestas con datos de la población adulta más sedentaria, y la información referida a sus entrenamientos e historial de lesiones fue relacionada con aquella aportada por corredores de tipo más recreacional, que no alcanzan a acumular más de 50 o 100 kilómetros a la semana.
Los resultados, que fueron publicados a comienzos de 2014, indican que los corredores de ultrarresistencia presentan una baja, aunque no inexistente, incidencia de hipertensión e irregularidades en su pulso, a diferencia del resto de corredores que manifiestan una incidencia de estos problemas del 7,5 %. Menos de un 1% habían sido diagnosticados de enfermedad coronaria o habían sufrido un ataque al corazón, y muy pocos habían enfermado con cáncer (4,5%). Tales porcentajes son significativamente más bajos que entre individuos de su misma edad, considerando de manera especial que la mayoría de estos corredores era mayor de 40 años.
Como aspectos menos saludables, dichos corredores reflejaron una alta incidencia de problemas respiratorios, con casi un tercio de ellos indicando que experimentaban problemas de alergias o asma a menudo después de correr. Estos hallazgos son comprensibles para los investigadores puesto que los corredores de ultrarresistencia pasan muchas horas al aire libre, por senderos de trail cargados de árboles y flores soltando polen, provocando en sus sistemas respiratorios respuestas alérgicas y asma.
También tienden a sufrir dolores y molestias, al igual que ocurre con corredores a todos los niveles de kilometraje acumulado. Más de la mitad de los encuestados afirmaron haber sufrido alguna lesión durante el último año que les habría obligado a cesar sus entrenamientos durante al menos unos días. Estos mismos porcentajes están presentes en los corredores más recreacionales. La mayoría de las lesiones fueron en las rodillas, o fracturas por estrés localizadas en los pies.
Es interesante comprobar que las lesiones tenían una mayor prevalencia entre los corredores más jóvenes, ultracorredores inexpertos, y en particular entre los hombres menores de 40 años y que entrenaban más rápido e intensamente. Aquellos ultracorredores que superan los 40 años entrenan a ritmos más pausados y tienen una menor probabilidad de ser azotados por las lesiones.
Estos hallazgos coinciden con otros estudios realizados también sobre ultramaratonianos (Knechle, B, 2012) los cuales concluyen que por norma general los ritmos mantenidos durante sus carreras y entrenamientos son más lentos que los de corredores de maratón. Quizás esta sea la explicación de por qué la franja de edad que más crecimiento experimenta en este tipo de carreras sea aquella comprendida entre los 45 y 65 años. Estos corredores, como la mayoría de nosotros podríamos admitir, no volverán a ser tan rápidos como lo fueron antes, pero sí que son capaces de correr de manera incansable durante largas horas.
Los beneficios de cubrir tantos kilómetros son realmente considerables: estos individuos son más sanos y requieren menor atención médica que el resto de la población, pero sobre todo, y así lo afirma el Dr. Eswar Krishnan, los ultracorredores del estudio se ausentaron menos días de su puesto de trabajo a causa de lesión o de enfermedad que el resto de individuos adultos de su mismo país, y rara vez se vieron obligados a visitar al médico, con casi la mitad de ellos visitando al doctor solamente una vez durante el último año, y normalmente causa de una lesión provocada por la carrera.
Por supuesto, los ultradeportistas pueden haber desarrollado cierto estoicismo derivado de sus incontables horas de entrenamiento, y haber aprendido a ignorar afecciones molestas, pero insignificantes que a la mayoría de nosotros nos llevarían a perder días de trabajo o llevarnos de manera precipitada a visitar al médico. Pero además estos corredores presentan un riesgo reducido de desarrollar algunas de las enfermedades más comunes de la vida moderna.
Estos resultados no significan que el resto de corredores debamos revisar de manera drástica nuestros objetivos y programas de entrenamiento hacia un incremento de los kilómetros semanales recorridos hasta superar los 100 kilómetros, como indica el Dr. Krishnan, quien afirma realizar salidas de no más de 5 kilómetros y que no tiene intención alguna de cambiarlo. Lo importante es no salirse de la senda del ejercicio físico, sea cual sea el significado que tenga para cada individuo, incluso si se está en edad avanzada y se es más lento.