CÓMO EL EJERCICIO FÍSICO PUEDE AYUDARNOS A DORMIR MEJOR
Publicado por Magnifit el 20 de agosto de 2014
Si para todos aquellos individuos que no presentan problemas de sueño la práctica de ejercicio físico y el sueño parecen tener una relación relativamente sencilla: el entrenamiento fatiga nuestro cuerpo y nuestra mente, luego se duerme más profundamente durante esa noche; el Dr. Baron (psicólogo e investigador del sueño, y un fan del ejercicio como tratamiento para los trastornos del sueño) ha llegado a la conclusión de que dicha relación es más complicada de lo esperado en una primera aproximación, especialmente si se añade la existencia de algún tipo de problema con el hábito del sueño.
A corto plazo, es la falta de sueño lo que más impacto tiene sobre la práctica de ejercicio físico, que éste último sobre el sueño. Es decir, dormir mal tiende a disminuir la calidad del entrenamiento en el día posterior, mientras que una "gran sesión" de esfuerzo físico, en la mayoría de los casos, no provoca que durmamos más y mejor durante esa noche.
Aquellos individuos que tienen algún trastorno del sueño parecen presentar alguna diferencia de tipo neurológico. Este tipo de sujetos se caracterizan por tener hiper-activado su sistema de respuesta al estrés. Una simple carga de ejercicio físico durante un día determinado probablemente no es suficiente como para hacer disminuir dicho nivel de activación, incluso podría incrementarlo considerando que el ejercicio físico es en sí mismo un agente estresante.
Sin embargo si ese programa de ejercicio físico se mantiene en el tiempo el sistema de respuesta al estrés de los sujetos comienza a cambiar. Su nivel de activación fisiológica comienza a bajar lo suficiente como para alcanzar el sueño con mayor facilidad.
Si padeces de insomnio y eres una persona sedentaria, comienza a practicar ejercicio físico. Sin embargo no esperes disfrutar de un entrenamiento de calidad cuando esa noche nos hayas dormido lo suficiente, o tampoco que dormirás mejor justo después de haberte ejercitado. Los progresos son muy graduales y poco inmediatos, pero tan importantes o más que los conseguidos con los modernos tratamientos farmacológicos contra problemas del sueño.
A corto plazo, es la falta de sueño lo que más impacto tiene sobre la práctica de ejercicio físico, que éste último sobre el sueño. Es decir, dormir mal tiende a disminuir la calidad del entrenamiento en el día posterior, mientras que una "gran sesión" de esfuerzo físico, en la mayoría de los casos, no provoca que durmamos más y mejor durante esa noche.
Aquellos individuos que tienen algún trastorno del sueño parecen presentar alguna diferencia de tipo neurológico. Este tipo de sujetos se caracterizan por tener hiper-activado su sistema de respuesta al estrés. Una simple carga de ejercicio físico durante un día determinado probablemente no es suficiente como para hacer disminuir dicho nivel de activación, incluso podría incrementarlo considerando que el ejercicio físico es en sí mismo un agente estresante.
Sin embargo si ese programa de ejercicio físico se mantiene en el tiempo el sistema de respuesta al estrés de los sujetos comienza a cambiar. Su nivel de activación fisiológica comienza a bajar lo suficiente como para alcanzar el sueño con mayor facilidad.
Si padeces de insomnio y eres una persona sedentaria, comienza a practicar ejercicio físico. Sin embargo no esperes disfrutar de un entrenamiento de calidad cuando esa noche nos hayas dormido lo suficiente, o tampoco que dormirás mejor justo después de haberte ejercitado. Los progresos son muy graduales y poco inmediatos, pero tan importantes o más que los conseguidos con los modernos tratamientos farmacológicos contra problemas del sueño.